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Todo el mundo cree que la primera detonación de una bomba atómica se produjo en julio de 1945 en Alamogordo (Nuevo México). Sin embargo el equipo de Heisenberg, Hahn y Diebner (Proyecto Uranio) ya había llegado a experimientar en la isla de Rügen a finales de marzo de 1945 con unos prototipos mucho más avanzados que los del equipo de Oppenheimer, Szilárd y Teller (Proyecto Manhattan). Sin duda, ninguno de los dos proyectos estaba en condiciones de fabricar y poner a disposición de sus gobiernos las suficientes bombas que hubieran sido necesarias para ganar la guerra en ningún caso. De hecho, los americanos, tras la detonación de julio, sólo contaban con otras 2 bombas listas para un lanzamiento en agosto. No se esperaba contar más que con otras tres bombas para septiembre y quizá tres más para octubre.

Esta semana he redescubierto la historia de la oreja de Jenkings. Resulta que el incidente en cuestión acabó degenerando en una guerra entre España e Inglaterra. Y en el transcurso de esta guerra, durante la batalla del Sitio de Cartagena de Indias, el marino guipuzcoano Blas de Lezo derrotó a una flota británica de 186 naves y casi 27.000 hombres con una guarnición compuesta por unos 3.500 hombres y 6 navíos de línea.
La Historia no volvería a ver una batalla anfibia de tal magnitud hasta el Desembarco de Normandía, más de dos siglos después. En cuanto al desastre de la flota imperial británica, fue de tamaña magnitud que tuvieron que olvidarse durante varios años de poder controlar el mar del Caribe.